La tarde del primer sábado de marzo fue la elegida para rodar nuestros coches después de bastantes meses sin vernos. Como Javier tuvo algunos problemas de última hora para arrancar su Toyota por falta de batería, fue en el Peugeot 505 de Santiago y en mi 850.
El Peugeot 505 de Santiago tiene matrícula moderna porque originalmente se vendió en Francia. Años más tarde, tuvo un 2º propietario de la zona de Cataluña y después de algún tiempo, llegó a manos de Santiago, que lo compró porque en su casa hubo un coche muy parecido, pero sin acabado GTI.
El 850D Especial me lo regaló hace años Pedro “Clarinete”, un compañero de la orquesta en la que participo. El coche llevaba parado muchos años en una nave industrial en un estado bastante comprometido, pero completo. Siempre me ha gustado este modelo porque aparte de ser mítico en España, fue el primer coche en el que monté después de nacer, que en este caso era un ejemplar de color azul que teníamos en la familia como coche habitual.
Cuando el M-7723-N vio la luz del día después de tantos años, lo hizo subido en una grúa que lo llevó al pueblo, donde le fui poniendo al día durante los fines de semana, proceso que llevó algunos meses. El día que arrancó, no sin esfuerzo, fue inolvidable, puesto que este coche, cuyo destino natural hubiese sido el desguace, “despertó” a una segunda vida ya como clásico.
La zona de Guadarrama es interesante para hacer este tipo de salidas ya que está cerca de Madrid capital y tiene parajes y carreteras idóneas para hacer fotos con este tipo de coches. Por ello, hicimos parada en un mirador junto a Cercedilla donde vimos caer la tarde, a la vez que charlamos con las personas que nos felicitaban y contaban recuerdos de antaño con estos modelos.
Alejandro Pérez Alcalá